Eran solo trozos de madera, pero Charles Hooper vio mucho más que eso. Tras rescatar unos viejos tablones de un granero abandonado, esbozó unos planos sencillos. Después, taló robles y álamos de su propiedad y, con cuidado, los recortó. Pieza por pieza, empezó a encastrar la madera vieja con la nueva.


Actualmente, esa perfecta cabaña de madera, entre los árboles de las montañas de Tennessee, en Estados Unidos, se levanta como un tributo constante a la visión, talento y paciencia de aquel hombre.


Dirigiéndose a una audiencia gentil, Pablo relata cómo obró Jesús para crear algo nuevo al unir a los creyentes judíos y gentiles, y formar una nueva entidad: «Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo» (Efesios 2:13). Esta nueva estructura fue edificada «sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor» (vv. 20-21).


Aún hoy, Dios toma los trozos de nuestra vida, los encaja artísticamente con otras personas golpeadas y rescatadas, y suaviza con paciencia nuestras asperezas. ¿Sabes algo?… le encanta su obra.